
En Sudáfrica cerca de 500 cajeros automáticos fueron robados el año pasado, y algunos de estos se abrieron detonando bombas. Para evitarlo un banco pensó en equiparlos con un dispositivo que rocía gas pimienta sobre cualquier delincuente que intente dañarlos, desorientándolos hasta que llegue la policía para detenerlos. El problema es que las máquinas no distinguen entre un cliente habitual y un ladrón. De esta forma, al menos tres empleados de mantenimiento han tenido que ser atendidos de emergencia con lesiones en los ojos. A pesar de esto la propuesta seguirá en pie, así que habrá que tener cuidado para no hacer movimientos sospechosos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario